La reforma interior de esta casa unifamiliar en la ciudad de Barcelona plantea el reto de mejorar los espacios interiores sin adoptar decisiones radicales. La casa había sido reformada hacía no más de 10 años y eran condicionantes del proyecto mantener la cocina y uno de los baños tal y como estaban. Junto con la posición de la escala, el margen de actuación era pequeño. La propuesta de actuación busca trabajar en las relaciones que se establecen entre los diferentes espacios de la casa. La creación de aperturas de mayor dimensión, celosías, y puertas que desaparecen generan un espacio formado de pequeños espacios interconectados entre sí. La calidad del espacio generado recae pues en las visuales que atraviesan los diferentes espacios de la casa. A nivel técnico la propuesta también incluye la mejora de la eficiencia energética del edificio mediante la mejora del aislamiento térmico de toda la casa. Se actúa por el interior para respetar la fachada exterior de la casa que se encontraba en buen estado. La materialidad de la propuesta busca un espacio de cariz minimalista pero acogedor. La paleta de colores es simple y radical, con el blanco y negro como protagonistas. El uso de la madera de roble en pavimento y elementos del mobiliario, y los elementos textiles dotan el espacio de la calidez adecuada para un hogar.